El futuro que soñamos en los 90 ya está aquí. Los hogares son inteligentes y las ciudades mismas empiezan a concebirse desde el cristal de la tecnología. No estamos hablando de meras etiquetas pensadas al calor del marketing, sino de una realidad que ya forma parte de nuestros hábitos.
El transporte de nueva generación
Miremos el transporte.
Cada vez más gente empieza a preferir el acceso al transporte sobre la propiedad del vehículo. Compartimos coches con desconocidos, o los alquilamos por horas, con conductor o sin él.
No acabamos aquí.
En el horizonte asoman ya los coches autónomos. ¿Pero hablamos únicamente de nuevos modelos de negocio? En absoluto. Lo que hace posible estas novedades es el matrimonio entre internet y el móvil.
El hogar, más inteligente e interactivo
En el hogar también estamos comprobando estos cambios, aunque con otros ritmos.
Siempre hemos concebido el mismo como el lugar de descanso y de cuidado familiar. La introducción de ordenadores y vídeo consolas propició que también fuera un lugar para el entretenimiento.
Esto sucedió apenas la generación anterior.
Las nuevas tecnologías están reinterpretando los límites entre el hogar y el mundo. Hay aplicaciones que son capaces de elaborarte la lista de la compra si la nevera se vacía. Aparatos que puedes hablarles para que te busquen un taxi, mientras te preparas para salir. Controlar luces, persianas y aparatos de forma remota para dar una apariencia de que hay alguien en casa, e incluso avisar a la Policía si un caco entra en el hogar.
Esto supone dos grandes cambios. El más evidente, que para relacionarnos con el hogar ya no hace falta que estemos en el mismo. Segundo, que las fronteras con el exterior van desapareciendo.
En la vida estrictamente privada dentro del hogar los cambios no son precisamente revolucionarios. En cierta manera, internet añade nuevas formas de lograr que los espacios íntimos y exteriores sean más porosos, pero antes ya había formas de lograrlo.
El teléfono nos permitía comunicarnos con una persona fuera. La radio y luego la televisión nos mantuvieron informados de lo que sucedía a miles de kilómetros de aquí.
¿Dónde se percibe más este cambio, pues?
Otra vez, en el plano económico. El hogar puede convertirse también en el entorno de trabajo. Cada vez hay más perfiles laborales que encajan con el teletrabajo. Ya no es necesario desplazarse hacia las oficinas. Afecta especialmente al sector servicios y de la comunicación.
Así, con los nuevos hábitos también llegan nuevas preguntas:
- ¿Cómo enfocamos la conciliación familiar?
- ¿Se trata sólo de llegar pronto a casa?
- ¿O hablamos también de que la pausa para el café se aproveche para hacer las compras del día?
- ¿Comer con los compañeros de trabajo o recoger a los niños de la escuela y pasar un poco más de tiempo con ellos?
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En definitiva, nuevas tecnologías que provocan nuevos modelos de negocio y distintos hábitos, que concibamos de otra forma los espacios (nuestros espacios), que surjan nuevas preguntas y, lo más significativo de todo, está pasando casi sin que reparemos en lo mucho que estamos cambiando nuestra relación con el mundo, y tan rápido.